Tienes miedo al dentista. Tranquilo porque como tú hay millones de personas. Pacientes que retrasan sus visitas a la clínica por miedo al dolor cuando seguramente una visita a tiempo les hubiese asegurado no tener que pasar por ninguno de los tratamientos que imaginan insufribles.
Las razones más habituales que vemos a diario en nuestra consulta, y que explican la odontofobia, pueden dividirse en dos grandes grupos: miedo al sillón del dentista
causado por una mala experiencia anterior, por un lado, o miedo heredado, es decir,
personas que desde la infancia han visto cómo en casa se asociaba la visita al odontólogo con un mal rato y lo acaban interiorizando como algo propio.
En ambos casos, la odontofobia tienen solución siempre que todos pongamos de nuestra parte, estemos dispuestos a escuchar y tengamos una actitud positiva y abierta para superar el problema. Pasarlo mal en el dentista sólo nos aleja de una buena salud bucodental porque, lógicamente, tendemos a postergar lo que nos resulta desagradable o lo que creemos va a ser doloroso.
En ese sentido, nos gustaría abrirte los ojos porque estamos seguros de que te darás cuenta de que la mala prensa del dentista es cosa del pasado y acabarás diciendo: “
Miedo… ¿Quién dijo miedo?”
La Odontología ha cambiado.
Poco tienen que ver las consultas de antaño con las de ahora tanto en la forma como en el fondo. La figura del ‘sacamuelas’ -de la seguramente sólo escuches ya hablar a tus abuelos- está, por suerte, prácticamente extinguida. La Odontología y sus profesionales se han perfeccionado y estamos en un momento en el que
nuestra primera opción y principal objetivo es siempre conservar y no sustituir. ¿Qué es lo que suele pasar? Frente a otro tipo de descubrimientos y avances de la ciencia en otras áreas de la medicina, la Odontología no suele ocupar grandes titulares. Por así decirlo, no somos una ciencia para el gran público y, muchas veces, eso dificulta que el conocimiento y la ruptura con una imagen que nos ancla al pasado.
Los tratamientos ya no son dolorosos.
De verdad, no tienen por qué serlo. Nos hemos puesto las pilas y hemos aprendido que
trabajamos con más éxito cuantas menos molestias provocan los tratamientos en el paciente. Y cuando hablamos de molestias no solo nos referimos a la anestesia, sino a los ruidos, la postura en el sillón o la visión de ciertos elementos y objetos como agujas e instrumentos puntiagudos. Si en un paciente normal influye…imagínate en uno que tiene odontofobia. La tecnología, en este sentido, ha sido una gran ayuda. Desde
sillones cada vez más confortables en los que el paciente ya no tiene la agobiante sensación de que estamos literalmente encima de él, pasando por
materiales mucho menos amenazantes –por ejemplo, agujas mucho más pequeñas- hasta la
generalización de la anestesia en distintas formas –geles, spray, líquida- o la
utilización de sedación consciente en casos graves. Lo último son los
equipos multimedia con auriculares y gafas para que el paciente pueda ‘aislarse’ y calmar así la ansiedad. No nos extraña que algunos bromeen y se sientan como si estuviesen en el puente de mando del
Halcón Milenario en vez en la consulta del dentista.
Cada vez más técnicas mínimamente invasivas.
Es un paso lógico, pero no convenientemente explicado. Hay personas que se hicieron una endodoncia hace años y conservan un recuerdo tan malo que no quieren volver. O pacientes a los que en su momento extrajeron una muela que, quizás hoy en día, se puede salvar pero que están convencidos de que nuevamente perderán un diente. Por seguir con el mismo ejemplo, ya es una
práctica habitual hacer las endodoncias a través de microscopio lo que es más preciso para nosotros y mucho más cómodo para el paciente. O
salvar un diente sin tener necesariamente que perforar gran parte del mismo y rellenar con un empaste. Ya es posible
colocar implantes cigomáticos en la arcada superior a pacientes que han perdido todo el hueso s
in someterles a una operación de elevación de seno. O hacer una
operación de elevación de seno en la que generaremos hueso con Plasma Rico en Plaquetas procedente del propio paciente. Son sólo cuatro ejemplos de técnicas mínimamente invasivas. No obstante, en
Clínica Moyúa englobamos la
odontología preventiva como una técnica mínimamente invasiva más. La prevención es, sin duda, el arma más poderosa a tu alcance para conservar una boca sana durante toda tu vida, pero para eso es necesario que aprendas
cómo son tus dientes, cómo actúa la caries y cómo el cuidado de tu higiene dental y dieta pueden ayudarte. Recuerda:
¡Somos tus aliados, no tus enemigos!