Seguro que has oído hablar de implantes dentales. Hasta posiblemente tengas a algún familiar o amistad que haya recurrido a este tratamiento odontológico para recuperar una pieza dental perdida. Los pacientes no suelen reparar en las consecuencias que tiene contar con un diente menos, aunque la realidad es que nuestra boca es como la maquinaria de un reloj. Si falla alguna parte, el conjunto se verá afectado en mayor o menor medida y sufrirá.
Entre las consecuencias más importantes está la
pérdida de hueso en la zona. El cuerpo va reabsorbiendo ese hueso porque ya no va a cumplir su función que es la de sujetar al diente. Si te falta una pieza quizás no lo notes tanto, pero si son varias
poco a poco irás dándote cuenta de que tu aspecto se va envejeciendo. La pérdida de hueso en la parte maxilar –donde tenemos la fila de dientes superiores-, por ejemplo, hace que nuestras mejillas se vayan hundiendo progresivamente. En la parte mandibular –donde está la fila de dientes inferiores- pasará lo mismo con nuestros labios. ¿Te has fijado alguna vez que las personas mayores con dentadura postiza parece que la boca se va hacia dentro cuando se la quitan? Este efecto se debe a que han perdido prácticamente todo el hueso y gran parte de la encía, es decir, los soportes de toda la parte baja de la cara.
Sin embargo, con la odontología actual, cada vez más podemos decir adiós a esa visión de la dentadura postiza en un vaso con agua. La implantología oral nos permite crear una raíz y un diente artificial con la que recuperaremos la funcionalidad de un diente natural. Además, en
Clínica Dental Moyúa contamos con técnicas pioneras en Bilbao como los implantes cigomáticos. En ese sentido,
llevamos más de 8 años realizando cirugías de este tipo y hemos colocado más de 100 implantes con esta revolucionaria técnica. El
doctor Ramón Ávila tiene claro que “que es una buena
solución para aquellos pacientes que no tienen hueso en el maxilar superior y que acuden a nosotros frustrados porque no les dan una solución factible para llevar una prótesis fija”.
Los
implantes cigomáticos se diferencian de los convencionales en que “son más largos y
van anclados sobre la apófisis cigomática del malar, es decir, sobre el pómulo. Los colocamos en una
cirugía leve con sedación para que el paciente no sufra y nosotros trabajemos con tranquilidad”, nos cuenta Ávila.
Uno de los beneficios principales es “el
ahorro de cirugías para hacer injertos de hueso que acaba ralentizando el tratamiento y la colocación de la prótesis fija definitiva. Con este tipo de implantes,
podemos colocar una prótesis fija provisional el mismo día de la operación con lo que el paciente saldrá por la puerta de la clínica con dientes nuevos”.